viernes, 5 de marzo de 2010

Vocación CVX

Participar de la vida comunitaria en el estilo de vida de la CVX es una experiencia enriquecedora, ha sido y es un continuo aprendizaje; mi experiencia particular comienza al ser invitada a participar de las reuniones semanales de un pequeño grupo de personas sin saber propiamente a que iba o que era la comunidad, si era un grupo de formación o integración juvenil, y continuo conociendo y compartiendo vivencias con las personas que fueron integrándose, a la vez que crecía en nosotros el deseo de experimentar mas de cerca a Jesús.
Se iba alimentando la tolerancia entre todos, la amistad, el compañerismo, fuimos recibiendo temas formativos que nos cuestionaron, y aun lo hace, la coherencia entre lo que creemos, hacemos y vivimos.

Pero la CVX va más allá, es un vivir teniendo como centro de vida a Jesús, crecer en amistad con El, en cercanía, querer asemejarnos a El cada día en los pequeños gestos, acciones y reacciones, en la vida personal, laboral y familiar; teniendo como medio para ello la vida sacramental activa, la oración, el acompañamiento, que no solo es propio del CEVECO si no de todos los cristianos, además del discernimiento, ver a la luz de Dios y con ojos de amor y misericordia el día a día y ver como Dios va caminando con nosotros; es estar a su plena disposición para ayudarlo, para servirle en lo mas urgente; en lo que se necesite aun con nuestras obras y gestos más sencillo. La comunidad comparte este proceso con todos sus miembros y nos ayuda a ir “afinando” nuestra generosidad, desprendimiento y humildad, todo esto respetando el proceso personal, sus tiempos y situaciones pero animándonos a crecer, a madurar.
Dentro de la vida comunitaria también se nos invita a ir comprometiéndonos más, de manera concreta en los compromisos temporales y permanentes; pero también en las pequeñas tareas que la comunidad nos plantea: asumir algún cargo, representar a la comunidad en alguna reunión etc.; en estos tiempos de superficialidad y “corto plazo” los compromisos pueden causarnos temor, sentirlo como una carga, pero en realidad son una invitación a renovar cada día nuestra cercanía a Dios, poner nuestra confianza en su ayuda y auxilio, poner la vida en sus manos para que nos conduzca por donde desee y se necesite, y así El nos convoca, el también nos ayudará y dará su gracia, sin dejar de lado nuestra propia disponibilidad, preparación y trabajo.

Nos corresponde no cerrar los ojos a las necesidades que nos rodean, a nuestra realidad (el barrio, la cuadra, nuestra ciudad, el país) porque puede pasar que nos encontramos cómodos en nuestras reuniones y nos encerremos en esa seguridad.
El carisma de la CVX nos recuerda que “el campo de la Misión no tiene limites”. Son también llamadas de Dios, las necesidades que hoy vemos en la Iglesia y en nuestro mundo.
Queremos responderle mejor, sabiendo que el amor se debe poner más en las obras, que en las palabras.

Rita Fernández Herce
CVX San Pedro- Comunidad FIAT